En uno de sus valles recorrido por el río Iregua, está el Camero Nuevo, tierra de bosques, pastizales, cumbres y pequeños valles, donde se sitúan 13 pueblos con historia, tradiciones y leyendas, que siglos atrás se agruparon bajo la denominación de Hermandad de las 13 Villas.
En los largos inviernos serranos, los habitantes de estos pequeños pueblos cameranos se reunían en las cocinas e incluso en los corrales, caldeados por el calor animal, para hacer más cortas las largas tardes invernales.
Esos lugares de reunión eran un espacio social donde la tradición oral se mantenía, se realizaban tareas artesanales y se establecían contactos entre los vecinos, a la luz de la vela y más tarde, de la lámpara de carburo.
El trasnocho era además un espacio educativo en el que los niños y jóvenes se introducían en la vida social y en la historia local. El trasnocho cambiaba de lugar de una familia a otra y en cada pueblo podían existir varias reuniones de este tipo a lo largo del invierno.