En uno de sus valles recorrido por el río Iregua, está el Camero Nuevo, tierra de bosques, pastizales, cumbres y pequeños valles, donde se sitúan 13 pueblos con historia, tradiciones y leyendas, que siglos atrás se agruparon bajo la denominación de Hermandad de las 13 Villas.
Desde el valle, ha subido el vino a la sierra en pellejos cargados en los carros que paraban en las ventas existentes hasta el Puerto de Piqueras. El aguardiente ha servido en la sierra para ser complemento festivo y para algunas dolencias estomacales. Han sido tradicionales los licores en los que se guardaban las endrinas, frutos del ciruelo silvestre, con unas cabezas de flor de manzanilla, un capullo de clavel, y tres granos de café.
En el alto Iregua destaca el licor de maguillas o de manzanas silvestres, y otro licor a partir de anís al que se le añaden las guindas, tan apreciado para las molestias digestivas. Y aquel amarillento licor hecho con cabezas de manzanilla serrana endulzado con la miel. Licores que fueron muy habituales en las casas serranas donde el aprovechamiento de los productos locales era una constante.